Toda la vida hemos escuchado hablar de lo importante que es cuidarnos para tener salud y socialmente se tiene la idea de que “ser saludable” significa no tener enfermedades que nos deterioren físicamente, pero ¿qué pasa con la salud mental?
La desinformación y la connotación negativa acerca del término “salud mental” hace pensar que las personas que toman terapia “están desequilibrados”, “son débiles” o “tienen trastornos mentales”, sin embargo, debemos ir más allá de los mitos para darnos cuenta que asistir a terapia es tan importante como hacer revisiones médicas cotidianas.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define a la salud mental como un estado de bienestar en el cual el individuo es consciente de sus propias capacidades, puede afrontar las tensiones normales de la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera y es capaz de hacer una contribución a su comunidad.
¿Qué significa? Que la terapia nos ayuda a trabajar con nuestras emociones a partir de un proceso de autoconocimiento para poder relacionarnos de forma más saludable con otras personas y afrontar de una mejor manera las situaciones de estrés, frustración, tristeza o enojo que se generen en nuestro entorno.
¿Cuáles son los motivos para agendar una cita con el psicólogo e iniciar terapia? Pueden ser tan diversos como las personas mismas. Los más comunes son: elevar la autoestima, renovar las relaciones sentimentales, mejorar las relaciones laborales, empoderar la toma de decisiones, enfrentar situaciones de depresión, fortalecer la autoimagen, expresar mejor los sentimientos, hacer conscientes las emociones… en general, se trata de trabajar para generar equilibrios saludables todos los ámbitos de la vida cotidiana.
Ir a terapia no es señal de debilidad y mucho menos de locura, decidir tomar terapia significa que te preocupas por tu bienestar y salud integral.
