Los problemas sexuales en las mujeres son más comunes de lo que se piensa. En ocasiones es difícil detectarlos ya que se encuentran inmersos en una cultura en la que es tabú explorar nuestro cuerpo. Incluso, las sociedades machistas influyen, ya que al haber convertido a la mujer en un ser que sólo sirve para “concebir”, arrastramos ese olvido del placer, concepto con el que están relacionados muchos de los trastornos sexuales femeninos.
Si notas que tener relaciones sexuales no te lleva a sensaciones placenteras o se ha convertido en un problema, más que en algo satisfactorio, quizá haya alguna “disfunción” presente. Te presentamos algunas de las más comunes:
- Anorgasmia: Falta de orgasmo o llegada al clímax sexual.
- Vaginismo: Existe una contracción de los músculos que rodean la vagina por lo que hace imposible o muy difícil la penetración.
- Dispareunia: Dolor en la región pélvica durante o posterior al coito.
- Deseo sexual inhibido: Falta de excitación o sentimientos eróticos.
- Aversión al sexo: Rechazo a tener relaciones sexuales.
Hablar de problemas sexuales es difícil por dos situaciones, la primera, porque está relacionado con la intimidad y hablar de ello puede hacernos sentir vulnerable; en segundo lugar, porque inciden directamente en la autoestima y la inseguridad personal. Pero buscar ayuda mejorará sustancialmente la forma en que nos relacionamos con el otro.
Los problemas sexuales pueden tener un origen físico, biológico o emocional y todos tienen solución. Las causas físicas pueden incluir enfermedades o problemas hormonales. Las causas psicológicas pueden incluir estrés, depresión o experiencias traumáticas del pasado. Dependiendo del origen, habrá un especialista para cada “disfunción” o “trastorno sexual”.
Sin embargo, en cualquiera de los casos, es recomendable el acompañamiento psicológico, ya que ayudará en recuperar la seguridad en uno mismo y empoderarse antes las situaciones para tener una vida sexual plena y saludable.
