Sexualidad y discapacidad: una realidad invisible

Si el sexo aún es un tabú para muchos, imagina en el contexto de la discapacidad. Por años, las necesidades sexuales y reproductivas de las personas con discapacidad (PCD) han sido “invisibilizadas” por prejuicios sociales, mitos y miedos; sin embargo, son seres humanos con deseos y derecho a disfrutar del placer tanto como tú y como yo. 

Quienes viven con discapacidad suelen estar rodeados de un ambiente de sobreprotección. Si es innata, incluso se le ve como “niños eternos” porque muchas veces los padres se ocupan más en cuidar que en fomentar la autonomía. Socialmente les quitamos su derecho a ser ellos y los convertimos en “personas que no pueden…”, cuando en realidad la discapacidad es social, somos nosotros los que queremos que las cosas sean de una forma y nos resistimos a la diversidad funcional. 

Cómo fomentar una vida sexual plena en las personas con discapacidad

  1. Rompamos mitos: Son personas y punto. Habrá algunas cosas que puedan hacer, otras que no, como cualquiera, pero no les restemos valor ni les quitemos la oportunidad de disfrutar de su cuerpo.
  2. Empoderamiento. Hay que trabajar mucho la autoestima, al verse “excluidos” por su condición orillamos a muchos a sentirse “incompletos” e incapaces de formar vínculos, pero somos más que las expectativas de la gente. 
  3. Educación sexual. En la gran mayoría de los casos se cree que no es necesaria, sin embargo, es un derecho de todo individuo. Las PCD necesitan tener la orientación necesaria para conocer su cuerpo y poder decidir cómo y con quién disfrutarlo. 
  4. Respetar la privacidad. El cuidado excesivo muchas veces cae en la invasión de la intimidad, debemos aprender a encontrar los límites. 

La sexualidad es inherente al ser humano y no podemos privar a nadie por creencias sociales, tal como lo muestra el documental Yes, We Fuck donde se aborda la sexualidad dentro de la diversidad funcional en todos sus aspectos. Es importante recalcar que hay varios tipos de discapacidad y los retos son distintos para cada individuo, pero si la regla de oro del sexo es el consentimiento, y la persona con discapacidad es consciente de sus decisiones ¿por qué privarlo del derecho de gozar su cuerpo? 

Si eres padre, madre o tutor de una persona con discapacidad ha llegado la hora de dejar de pensar que no tienen necesidades sexuales, busca el apoyo de un especialista para poder orientar mejor a tus hijos. Si eres tú quien vive con alguna “condición discapacitante”, sacúdete los prejuicios que la sociedad ha impuesto. Es difícil deshacerse de esos aprendizajes, pero si requieres orientación de algún tipo para poder vivir tu sexualidad plena y libremente, contáctanos. 

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