Naranja contra la violencia de género

Las prácticas aprendidas socialmente, dictadas desde el patriarcado, han usado la violencia física y psicológica para “controlar” y vejar a las mujeres, el género masculino se cree con el derecho a maltratar. La violencia ha sido justificada por la sombra del sexismo y amparada por tradiciones culturales o religiosas, ya que las mujeres fueron socializadas para “depender”, se les ha calificado como “el sexo débil”.

De acuerdo con el estudio “La situación de las mujeres en México”, elaborado por la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), de los 46.5 millones de mujeres de 15 años o más que residen en el país, 30.7 millones (66.1% en promedio) han tenido al menos un incidente de violencia: casi la mitad (49%) violencia emocional, seguida por 41.2% que declaró haber sufrido violencia sexual; 34% física y 29% económica, patrimonial o discriminación a lo largo de su vida, en al menos un ámbito y ejercida por cualquier agresor.

Cuando la violencia viene del círculo cercano (pareja, trabajo, amistades), en muchas ocasiones, se tiene tan normalizada la violencia que es difícil percibir lo que está sucediendo; en otras, a pesar de identificarla, parece convertirse en un círculo vicioso donde la misma víctima se convence de que lo que pasa es algo que se merece. 

La violencia física es más sencilla de identificar, aunque para salir de ella se sugiere un acompañamiento terapéutico especializado. Cuando es psicológica, es necesario poner atención a indicadores como: críticas destructivas, invisibilización, desvalorización de acciones -te trata como si fueras tonta o lo que haces no tuviera importancia-, exigencia de atención, control, celos, amenazas, exigencia a tener relaciones sexuales de la forma y en el momento en que él quiere. 

Cuando la violencia es externa, como en el trabajo o agresiones en la calle, en muchos casos,  denunciar da miedo. Por un lado, se piensa que nadie hará caso y por otro, es posible que se cargue con un estigma social que afecta emocionalmente. Las mujeres víctimas de violencia de género pueden presentar secuelas como afectaciones en la autoestima, las emociones y sentimientos. Problemas de concentración, memoria o dificultad para pensar en el futuro, la confusión. Problemas con la interacción social; y por supuesto, lesiones físicas. Pero en cualquiera de los casos, hablar es el primer paso.

En los últimos meses han aparecido campañas como #MeToo y #DateCuenta que nos han dado la oportunidad de darnos cuenta que el acoso y la violencia hacia las mujeres es más común de lo que podemos imaginarnos. Miles de mujeres se han armado de valor para compartir sus experiencias y denunciar.  

Si eres mujer y vives una situación de violencia, no te calles. Ser víctima de violencia en cualquiera de sus tipos: física, psicológica y/o sexual, es un factor de riesgo para la salud tanto física como mental. Buscar apoyo será siempre la mejor opción, un acompañamiento psicológico te puede ayudar a resignificar tus relaciones y construir vínculos más sanos. Si eres hombre, date cuenta… que estemos inmersos en un vicio cultural no significa que no podamos romper con él. 

El 25 de noviembre se conmemora el Día Internacional para la Erradicación de la Violencia contra las Mujeres, y desde el 2008, arrancó la campaña naranja ÚNETE, creada por la ONU y diversos grupos feministas, que establece que el día 25 de cada mes se celebrara el Día Naranja, para visibilizar y combatir la situación de violencia de género, que viven millones de mujeres de todas las edades en el mundo.  

Así es que ya sabes, el 25 de cada mes, vístete de naranja. Juntos podemos contribuir vivir en un mundo libre de discriminación, desigualdad y actos de violencia hacia mujeres y niñas.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *