Jorge tenía una relación con Karina, llevaba semanas queriendo tronar con ella, pero no encontraba las palabras. Contaba a sus amigos que no quería lastimarla, qué se enojara y menos que llorara, no sabía qué decirle. Estaba buscando el “momento correcto”, pero ese momento nunca llegó; le fue más fácil tomar la decisión de desaparecer, en lugar de hablar con ella. ¿Te suena familiar? A esta práctica se le conoce como Ghosting.
A nivel social, hacer Ghosting (o volverse fantasma) significa que se decide, voluntariamente, eliminar toda comunicación con una persona con la que se tiene una relación; se deja de responder teléfono y se evita tener interacción por cualquier medio. Según una investigación del año 2018, publicada en la revista Journal of Social and Personal Relationships, una 25% de las personas estudiadas había sido víctima de Ghosting por parte de su pareja, mientras que un 20% se lo había hecho a alguien.
Esta práctica siempre ha existido, pero con el boom de Whatsapp, Télegram, Facebook, etc. se ha vuelto mucho más común, se dejan de responder mensaje, se bloquea y ¡asunto arreglado!, “más sencillo” que decir la cosas cara a cara.
Hay situaciones en las cuáles el Ghosting está permitido, por decirlo de alguna manera, por ejemplo, cuando se viven relaciones tóxicas y la única forma de alejar a esa persona es bloquearla de tu vida. O quizá en encuentros que no son serios, sino casuales como lo son la mayoría en Tinder o Ginder. Pero si se aplica cuando se tiene una relación seria, un compromiso emocional con la otra persona, habrá que analizar bien las causas porque pueden jugar en contra en futuras relaciones o incluso en la vida cotidiana.
Entre las causas más frecuentes encontramos el miedo al compromiso, tener una postura individualista donde sólo importa lo que siente uno mismo, existencia de una tercera persona, “no quemar el cartucho” por si se extraña y se puede volver con un pretexto tipo “yo no te terminé, tuve algunos problemas y necesitaba estar a solas”, problemas de asertividad, miedo a afrontar el conflicto, evitación de situaciones incómodas, “venganza” sentir que hizo algo pero en lugar de enfrentar la situación tratar de hacer daño a la persona.
El Ghosting tiene efectos tanto en quien lo aplica como en quien lo vive. Para el primero puede generar sentimientos de culpa, angustia, arrepentimiento que pueden surgir en cualquier momento de la vida futura. Para quien es “víctima” puede resultar en molestia, dolor, decepción, depresión o inseguridad. Lo más recomendable al querer terminar una relación es la honestidad, para contigo mismo y con la otra persona. Pero si en algún momento te encuentras frente a la situación de ser “víctima” o “victimario” de Ghosting, puedes buscarme, y juntos, vemos de qué formas logramos que momentos como estos se conviertan en una oportunidad para el crecimiento emocional.