Recuerdo que al cumplir 16 me sentía una adulta hecha y derecha, no quería que mis padres me dijeran qué hacer, claro, sólo cuando me convenía. No les permitía que me dijeran con quien andar, a quien hablarle, cómo vestirme, dónde perforarme. Evitaba siempre que intentaban hablarme de sexo o darme consejos “aburridos”, sin embargo, …